Tenía nueve años cuando fui con mis padres y hermanas de vacaciones a Italia. En esa época cruzar la frontera ya era una aventura; cambio de moneda, pesetas por millones de liras, cambio de idioma, de gentes, de paisajes…. Aún recuerdo llegando en “vaporeto “ a Venecia, mi madre lloraba de emoción, desde ese momento supe que quería viajar.
Estudié turismo. Me enseñaron Geografía, como hacer una reserva aérea, un billete de barco, la normativa hotelera, que si un hotel de 4* tiene que tener o no ascensor. Pero realmente todo lo aprendí trabajando y viajando
He trabajado en distintos tipos de agencias de viajes, de empresas, vacacional, billetaje… hasta llegar a Taranná. Aquí es donde me he realizado tanto personal como profesionalmente.
He viajado a lugares a los que ni en mis mejores sueños de infancia pensé visitar; países lejanos y cercanos, todos interesantes.
He vivido la luz y el silencio del desierto en Argelia y me he bañado con tiburones en la laguna de Bora Bora en la Polinesia, he visitado el palacio del último sultán turco y he oído la llamada a la oración del muecín al amanecer.
Os dejo con una frase de un gran escritor y viajero, Ryszard Kapucinsky:
Cruzar fronteras es el verdadero sentido de la vida. Hay muchas fronteras que no son físicas y que también se tienen que cruzar: las de la cultura, las de la familia, las del idioma, las del amor…
Buen viaje!!