Sudáfrica, 300 kms al norte de Ciudad del Cabo, montañas de Cederberg, hace 75.000 años.
Una de las grandes paradojas de la paleontología es el llamado Gran Salto, o aparición repentina en Europa, hace unos 40.000 años, de los instrumentos avanzados propios de la creatividad humana moderna. Pero los últimos datos revelan que ese Gran Salto ya había ocurrido en África mucho antes. Las huellas arqueológicas de instrumentos sofisticados y de la primera cultura simbólica de que se tiene noticia ya habían aparecido en el sur de ese continente hace más de 75.000 años.
Evidencias genómicas y otros estudios indican que nuestros primeros ancestros eran bosquimanos del sur de África, como los San, y se comunicaban en khoisán, el lenguaje-clic que probablemente fue lengua ancestral de la humanidad, donde las consonantes eran chasquidos como el que aún usamos para indicar fastidio, y como el sonido de un beso, como las Click Song de nuestra amada Miriam Makeba.
Los San y otros bosquimanos del sur revelan una variedad genética interna mucho mayor que cualquier otra población humana actual. Y la explicación más simple es que toda la humanidad actual proviene de aquellos primitivos habitantes del sur de África y que los actuales hablantes de lenguajes clic son los herederos en línea directa de nuestros primeros padres.
Ya, ya sé que puede parecer pesado esto que os cuento, pero qué queréis que haga, estudié paleontología y ahora, por deformación profesional, al finalizar mi luna de miel por Sudáfrica y antes de pasar nuestros últimos días de viaje tumbados sobre la blanca arena de Isla Mauricio, decidí imponer este lugar apartado de cualquier parte para pasar un par de noches.
Allí, entre formaciones rocosas que nos evocan esos tiempos y entre pinturas y grabados rupestres, se encuentra Kagga Kamma, ese alojamiento de lujo que un día nos transportó sin esfuerzo a la prehistoria y nos robó el corazón para siempre.
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