Este relato nos desvela la esencia más auténtica del Trekking como expresión de los viajes orientados a vivir la naturaleza en estado puro. Sus protagonistas son Marco Centomo, especialista en trekking de Tarannà Viajes y unos niños que disfrutan de su infancia con alegría y pureza, en los parajes extraordinarios del Dolpo nepalí donde no tienen ningún lujo superfluo pero sí poseen la riqueza inmensurable de vivirla con libertad, lejos de la contaminación física y anímica de los países que denominamos desarrollados. En estos momentos en que Nepal trata de recuperarse de los terribles seísmos que han herido su riqueza cultural y natural, esta historia es un homenaje a una forma de vida genuina y auténtica que vale la pena conocer y por la que hemos de luchar, colaborando al máximo en su ayuda, como patrimonio imprescindible de este mundo.
Marco es un joven, pero experimentado, conductor de grupos de Trekking que ya ha andado por distintos lugares del mundo con las expediciones de Tarannà Viajes dedicadas al senderismo. Establecido en Barcelona desde hace años, es una persona absolutamente integrada en Catalunya y feliz con esta labor que le permite gozar de lo que más le gusta, realizando expediciones a lugares de montaña y disfrutando de la naturaleza al máximo. Como buen argentino nunca olvida llevar su mate, vaya donde vaya y ascienda donde ascienda. Mucho más allá de ser argentino y catalán, es un auténtico ciudadano del mundo, sobre todo de los espacios libres y naturales. En agosto de 2011 Marco, con un grupo de diez expedicionarios, emprendió un sensacional tour de trekking por Dolpo, una región situada al noroeste del Nepal muy próxima al Tibet. Para los amantes del senderismo aquel es un lugar privilegiado donde tienen garantizadas espléndidas excursiones en contacto con una naturaleza prácticamente virgen. Aquella zona aún no recibe visitas en masa porque hace poco más de veinte años que se ha abierto al turismo. Antes estaba vetado. Trekking en estado puro es lo que pudieron hacer los integrantes de aquel grupo, ya que además del ejercicio de los largos paseos por alta montaña, también disfrutaron del patrimonio cultural y etnográfico de aquellos parajes y de la gente que allí vive. Los habitantes de la zona, aunque pertenecen actualmente al Nepal, culturalmente son tibetanos. Su ocupación principal es el comercio que iniciaron hace muchos años yendo a buscar sal al Tibet para transportarla después a aquellas tierras del Nepal donde había escasez. Por tal motivo, toda aquella actividad comercial suele conocerse como ruta de la sal. Por consiguiente, nuestro grupo siempre se encontraba con gente amable y humilde, aunque no pobre, dado que su riqueza basada en el comercio y la agricultura es suficiente para que vivan con todo lo que necesitan, sin perder su carácter y su libertad. En cuanto a paisajes, la zona es verdaderamente bucólica. Practicando trekking por aquellos lugares, siempre ubicados en alturas entre tres mil y cuatro mil metros aproximadamente, los senderistas pueden cruzar ríos y lagos de aguas cristalinas, pasar por puentes colgantes –de madera o de piedra– y observar siempre el majestuoso panorama de las grandes montañas que les envuelve.
REGALOS EN EL EQUIPAJE
Es costumbre para estos viajeros llevar siempre algunas cosas para regalar a los nativos, especialmente a los pequeños. Preferentemente objetos que para nosotros resultan sencillos y para ellos son difíciles de conseguir. Es muy habitual y enormemente apreciado por la chiquillería de la zona, llevarles cuadernos, lápices negros y de colores o bolígrafos. También caramelos y chocolates son, como es lógico, muy bien recibidos por aquellos niños de montaña. Marco ya sabía que sus viajeros iban bien provistos con todo tipo de cosas y chucherías. Él, como ya lo habían hablado y previsto, en su papel de conductor del grupo dejaba que fueran los expedicionarios los protagonistas de los obsequios. Experimentado en este tipo de viajes, él llevaba el equipaje necesario y su mate, que como buen argentino no podía faltar. También solía proveerse de alguna cosa más caprichosa a nivel personal para acompañar algún desayuno o para coger fuerzas en alguna de las necesarias pausas de alta montaña. Para aquel viaje había incluido en su equipaje un par de botes de dulce de leche, que le gustaba mucho, y le permitiría acompañar las clásicas tostadas de casi cada día para hacerlas más apetitosas.
EL TESORO DE LA INFANCIA EN ESTADO PURO
El cuarto día del itinerario, el grupo partió para emprender la ruta programada y Marco les dijo que fueran por delante –siempre asistidos por guías locales como es imprescindible– porque él quería aprovechar para hacer un amplio reportaje fotográfico de aquellos preciosos panoramas y después ya les atraparía. En ello estaba cuando vio una niña y un niño, de unos cinco y siete años, danzando y jugando alrededor de una gran piedra en medio del campo. Con una gran sonrisa, se complació observando la alegría y la frescura de aquellos pequeños que jugaban felices los dos solos. No pudo evitar pensar que era una suerte para aquellos niños poder gozar de la vida en un lugar tan maravilloso y a salvo de la contaminación física y mental de la gran civilización. Los dos chiquillos cuando vieron a Marco se le acercaron y le saludaron con simpatía. Solamente hablaban su dialecto tibetano local, pero con señas y expresiones, pudieron entenderse suficientemente. Sonrientes y alegres, compartían su juego con aquel hombre desconocido, pero Marco pensó que quizás esperarían también alguna cosa. No es que los niños pidan directamente y tampoco reciben tantas visitas por aquellos parajes apartados como para tener la costumbre, pero ya saben que los extranjeros que encuentran suelen regalarles alguna cosa.
LA EXPRESIÓN MÁS AUTÉNTICA DE LA DULZURA
Nuestro hombre solamente tenía a mano algo para ofrecer a los dos menudos. Extrajo de su mochila un bote de dulce de leche y lo abrió, haciéndoles indicaciones para que pasaran su dedo por aquella crema y después se lo lamiesen para catar su sabor. Los niños ya estaban contentos, pero la cara de sorpresa ante el gusto y la satisfacción que les había producido probar aquel dulce, es algo indescriptible y que Marco no olvidará jamás. Una corriente maravillosa de energía y vibraciones inmejorables invadió en cuerpo y alma al joven senderista. Imposible describirlo si no se vive en primera persona. Fue un momento muy especial. Marco decidió regalar el bote entero a los dos hermanos –parece lógico pensar que lo eran porque solo había una casa cerca y debía ser la suya– pero de entrada no lo quisieron coger. Les parecía que era demasiado que aquel gran bote repleto de aquella substancia tan sabrosa y que tanto les había gustado fuera todo para ellos. Finalmente consiguió hacerles entender que sí, que se lo podían quedar todo entero. Los niños, más en un sitio como aquel tan alejado de malas influencias, son agradecidos por naturaleza y no hicieron otra cosa que demostrar su agradecimiento, compartiendo con aquel hombre un buen rato su camino y sus juegos. Durante más de cinco kilómetros pasearon con Marco, bailando, saltando y riendo a su lado. Impagable, nunca olvidará aquel breve tiempo compartido con la alegría y la pureza de aquellos pequeños. Supuso que era la primera vez que un bote de dulce de leche había llegado a aquellos lugares y se sintió infinitamente contento de que aquellos dos niños lo pudieran gozar. A nuestro protagonista le gustan la montaña y el trekking más que nada en el mundo. Disfrutó intensamente de todos los días de la expedición y atesoró un gran abanico de recuerdos y vivencias, pero ninguna con tanta fuerza e intensidad como el rato compartido con sus dos pequeños amigos y el bote de dulce de leche. Fue una experiencia que aún hizo más especial aquel viaje de trekking en Nepal. Ahora piensa que si algún día regresa por allí –que seguro así será– hay algo que hará sin falta. Subirá por aquel camino, buscará la casa aislada y rodeada de la tierra cultivada, que debía significar el trabajo del padre, e irá a buscar a sus dos amiguitos, aunque seguro que habrán crecido. Por descontado que les llevará una buena provisión de dulce de leche. ¿Puede existir más dulzura en las alturas de las montañas del Dolpo que los dos pequeños jugando, bailando y disfrutando de un dulce de leche? A mí no se me ocurre una definición más pura y precisa de la dulzura. Ver las propuestas de Tarannà Viajes a Nepal.
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) una apuesta de todos. Retos universales para garantizar un planeta más sostenible, diverso y justo. Conoce cómo en Tarannà aplicamos los ODS.