Viajamos de la mano de Ester Tarragó hasta la Isla de Pascua para conocer la vida de María Atán, una mujer rapanui que lucha por conservar la cultura de su pueblo y el medio ambiente.
María Atán lleva toda una vida defendiendo su cultura y su isla. Nació en la Isla de Pascua o Rapa Nui hace 66 años y desde bien pequeña empezó a recorrerla junto con su abuelo. “Con él bajaba al volcán a plantar árboles fruteros y palta (aguacate) y en ocasiones dormía en las cuevas que se esconden en el perímetro de toda la isla”, recuerda esta mujer de ojos negros y mirada penetrante.
“Los rapanuis pertenecemos a este bonito pedazo de tierra en medio del Pacífico, y si alguna vez viajamos, tarde o temprano la isla nos llama, y necesitamos volver siempre a nuestro hogar, con nuestros ancestros, nuestra familia, nuestra “hare” (=casa)”, explica. Los ancestros son muy importantes para ella y todo su pueblo: “Son nuestro orgullo histórico, nuestra protección y la prueba de que la Rapa Nui fue y sigue siendo una sociedad única en el mundo”, añade.
María es una mujer fuerte que, a pesar de haber tenido una vida difícil, ha sabido ganarse el respeto de todos. Para ella, las tres cosas más sagradas son la familia -tiene tres hijos-, la isla y el océano. Y dedica sus esfuerzos a conservar la manera de vivir de su pueblo, que desciende de los primeros pobladores que llegaron de la Polinesia, y la naturaleza.
Forma parte de la comunidad indígena polinésica que gestiona el Parque Nacional de Rapa Nui, una zona que cubre más del 40% de la Isla de Pascua e incluye los sitios arqueológicos y turísticos más importantes del lugar. “Sin la Madre Tierra no seríamos nada, dependemos de ella y por eso tenemos que cuidarla. Vivimos en gran parte de la pesca y por eso luchamos para proteger el océano que nos da de comer y resguarda nuestra isla”, explica.
En los últimos años, los rapanui han visto como la pesca industrial les arrebataba su sustento. “Nuestros pescadores tenían que salir a faenar cada vez más lejos con sus pequeños botes”, dice María. Asimismo, han tenido que enfrentarse a otro grave problema: la invasión del plástico y basura que ahoga los mares. María es miembro de la junta de la Mesa del Mar de Rapa Nui que lucha para proteger el océano de las amenazas externas. Tras muchas reuniones con el gobierno de Chile, consiguieron crear una reserva marina alrededor de la isla que preserva el océano y los seres que en él habitan.
“Somos una comunidad pequeña pero orgullosa de nuestra cultura y con unas convicciones firmes que nos hacen luchar por lo que queremos y conseguir nuestros objetivos para el bien común de la isla”, comenta María. Porque los rapanui conviven y piensan en la comunidad más allá de lo individual. “Tendría que ser igual en el resto del mundo, tendríamos que pensar en el beneficio común y no en el beneficio individual”, dice. “Allí, en Europa, pensáis demasiado, nosotros no nos complicamos tanto la vida, lo hacemos todo más sencillo, porque en realidad la vida es sencilla, somos nosotros quienes nos la complicamos”, explica María, quien camina cada día por las costas de roca volcánica de la isla buscando conchas para hacer sus collares.
¿Qué mensaje le darías a las mujeres del mundo?
Que sean fuertes y se hagan escuchar. No hay que tener miedo. Estoy segura de que todo iría mejor si las mujeres gobernaran este mundo.
¿Qué mensaje le darías los hombres del mundo?
Que aprendan a escuchar y a respetar a las mujeres.
Un consejo para tu hija.
Que sepa transmitir a sus hijos nuestros valores y nuestra cultura y, por supuesto, que sea feliz y no se deje menospreciar por nadie.
Foto 1: IMPAC 4
Foto 2: Ester Tarragó
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