Cuando los vikingos noruegos llegaron a estas tierras hace algo más de 1.000 años, lo primero que vieron, fue hielo y más hielo; así que la llamaron Iceland (tierra de hielo)… no podían imaginar que en su interior corrían ríos de fuego que pugnaba por emerger y derramar toda su energía sobre la faz de la tierra. Hielo y fuego… fuerzas que se alternan en mostrar su poderío en esta tierra única, extraña y viva.
El 11% de su territorio es hielo, y en invierno, casi todo el país se cubre de blanca nieve.
El glaciar Vatnajökull con 8.400 km2 es mayor que todos los glaciares de Europa juntos, llega a tener hasta 1.000m de espesor y es el centro de una gran actividad geotérmica, con volcanes cubiertos de hielo.
¿Cómo se puede valorar esto?… mirándolo atentamente, se me ocurre pensar en el Salto Angel, la caída de agua más alta del mundo de 979m y trato de imaginar aquella impresionante altura… en hielo!!! Buff!!! Increíble. ¿Cómo serán los cristales de hielo más profundos?… me gustaría verlos, navegar a través de ellos en una corriente fría, transparente y límpida…
Contemplando esa inmensa extensión blanca, me doy cuenta de que cuando no hay miles de estímulos alterando el momento, todo se apacigua y se convierte en un acogedor silencio que propicia la introspección.
Hielo, nieve… blanco, azul… uniformidad sin fin.
Desaparece el horizonte… cielo y hielo se funden, lejos, muy lejos…
Nada, nadie… sólo yo, conmigo…
Ese manto blanco, podría ser como la gran pantalla de nuestra existencia. En la vida diaria, nuestra mente crea realidades constantemente a través de obligaciones, necesidades, deseos, compromisos… estamos abocados a un “vivir” desenfrenado sin pausas ni sosiego… unas secuencias que proyectamos sobre esa pantalla blanca… cada uno crea su propia película de vida.
Si fuéramos capaces de tener un minuto para “darnos cuenta” de la pantalla en blanco, no sentiríamos vacilación alguna ni inquietud. Confiar y desprenderse de los apegos a las formas; desprendernos de relaciones, ideas, objetos, emociones, ofensas y cargas… encontrar la base sobre la que descansa la esencia.
Este mar de hielo, me invita al sosiego… fuera, sólo blanco silencio, dentro… profunda paz interior que nada puede alterar y me acerca a la verdadera esencia de todas las cosas. Siento la seguridad de que puedo perderlo absolutamente todo, pero nadie podrá quitarme jamás lo que se halla en mi interior.
Puede que el hielo, la nieve, ese frío intenso, el fuerte viento en el rostro, provoquen una sensación de malestar, de infinita soledad y de vacuidad, pero para mi, es el reflejo de algo grande, profundo, verdadero y hermoso…
Es entonces cuando acaba la noche.
Hielo, frío… ártico, antártico… recuerdo ahora el poema de Neruda, Piedras Antárticas:
Allí termina todo y no termina: allí comienza todo: se despiden los ríos en el hielo, el aire se ha casado con la nieve, no hay calles ni caballos y el único edificio lo construyó la piedra. Nadie habita el castillo ni las almas perdidas que frío y viento frío amedrentaron: es sola allí la soledad del mundo, y por eso la piedra se hizo música, elevó sus delgadas estaturas, se levantó para gritar o cantar, pero se quedó muda. Sólo el viento, el látigo del Polo Sur que silba, sólo el vacío blanco y un sonido de pájaro de lluvia
sobre el castillo de la soledad.
(Glaciar Vatnajökull. Islandia. Agosto 2007)
TIERRA, AGUA, FUEGO, HIELO…
Tierra, agua, fuego, hielo… me doy cuenta que depositando mi mirada sobre ese mundo, recorriéndolo con mis pasos, respirándolo, tocándolo… su sonido resuena en mi corazón y me permite observar la vida más allá del círculo que encierra mi cuerpo.
Como una gota de tiempo, veo
la tierra, la luz…
el agua, la esperanza…
el fuego, la fuerza…
el hielo, la soledad…
El cielo mantiene su vacuidad infinita para que la tierra, con sueños, construya en él su paraíso
Puedo ver las posibilidades ocultas del mundo y a través de él, juntar todos los silencios para permitirme amar con apremio, lo que desaparecerá en un instante.
Deseo estar en armonía con el sonido callado de la existencia…
Deseo despertar cada mañana y preguntarme de que color es el viento…
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