¿Te has preguntado alguna vez cómo afectan TUS viajes a las comunidades locales y si es un impacto positivo o negativo?
Este es uno de los aspectos más relevantes del turismo de experiencias. Se suceden varias situaciones, dependiendo del destino, de sus costumbres y de los impactos negativos anteriores en estas pequeñas poblaciones.
Algunos errores que se han cometido en el sector han perjudicado seriamente el buen desarrollo de estas comunidades, que han dejado de realizar sus actividades productivas habituales por el turismo. Un turista paternalista basado en el donativo por caridad, una industria turística que ha provocado en muchas ocasiones la masificación y la desidentificación de sus costumbres por crear escenarios que agraden al turista, nos lleva a cuestionarnos una nueva manera de viajar, más sostenible y que impacte positivamente en la comunidad local y en sus pequeñas poblaciones, desde la producción y el consumo del viaje.
Entre todos, hemos de viabilizar que el turismo sea una fuente de ingresos sostenible que permita a estas pequeñas poblaciones tener un recurso más para vivir más dignamente, pero no a costa de sus costumbres, de su vida, de su identidad.
No podemos cambiar actuaciones habituales al respecto en muchas partes ya dañadas, pero sí podemos actuar de una manera más sostenible en nuestras visitas a estas comunidades.
Algunas prácticas habituales que podríamos evitar:
– Recurrir a las comunidades, que “se disfrazan” para ofrecer una actividad turística, y en ese camino han perdido su identidad.
– Reflejar una actitud paternalista ante ellos.
– Comercializar momentos con donaciones económicas, sobre todo a los niños.
– Visitar comunidades o poblaciones de manera masificada.
Algunas buenas prácticas que podemos poner en marcha:
– El respeto es la mejor tarjeta de presentación en todo el Mundo. Disfrutemos al máximo las diferencias culturales, al viajero le apasiona la diversidad.
– Cuando estemos en otro país, nosotros viajeros, somos los invitados. Respetemos sus costumbres y cultura, no actuemos como “clientes de un país”.
– No dar dinero a los niños, aunque éstos nos insistan. Los niños han de saber que ir al colegio será su futuro. Evitaremos que falten a clase para conseguir dinero rápido.
– En países en vías de desarrollo no es aconsejable dejar medicamentos en las poblaciones, ya que puede ser un riesgo para la integridad física de los que los reciben si no saben suministrarlos correctamente. Hay que asegurarse de dejarlos en hospitales o entidades sanitarias que hagan un buen uso de los mismos, también así evitaremos tráfico de intereses.
– Aceptar con positividad y paciencia posibles risas que se generen a nuestro paso, una posible negación a entrar en un sitio que no acepta turistas, burocracias lentas en fronteras…
– Respetar las normas y costumbres en lugares de culto.
– Cuidar los lugares históricos que se visitan como si fueran nuestra propia casa.
– Respeto a los derechos humanos, estemos en contra del turismo sexual que finalmente saca provecho de la miseria de los países que nos acogen. La explotación sexual infantil es un delito punible, tanto en el lugar donde se lleve a cabo como en el país de residencia de quien lo cometa.
– No comprar ni utilizar drogas, fomentan mercado negro y riesgo para el propio viajero.
– Respeto a la hora de realizar fotografías, en dos aspectos fundamentales: intimidación e ideología propia de su cultura.
– Optar por visitas no masificadas con un impacto cero en su día a día natural.
Lo que sí está claro es que se puede viajar de una manera más sostenible y respetuosa, seguro que tú, viajero, te sientes totalmente identificado en este aspecto.
Desde Tarannà Viajes con Sentido: Gracias por ser eco de nuestros valores comunes, juntos hacia un Turismo Sostenible.
