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El Grupo Mojo Picón. Viaje a Canadá

27 Jul 17    Vivencias y anécdotas de viaje    Tarannà    Sin comentarios

El Grupo Mojo Picón. Viaje a Canadá

El alma de Tarannà Viajes con Sentido está constituida por personas entusiastas que juntas han hecho posible la realidad actual de una empresa pionera en los viajes responsables y el turismo solidario. Feli es un pilar básico en el mismo núcleo de esta alma, además de su labor directiva y de imagen visible de la empresa en muchos actos.
Pero en esta vida, lo normal es que las singladuras y las carreras profesionales no se obtengan por casualidad ni por azar sino por el buen hacer de una trayectoria. Antes que fraile hay que ser monaguillo y ella ha pasado por innumerables experiencias desde todas las posiciones.

UN GRUPO PECULIAR

El Grupo Mojo Picón. Viaje a CanadáEn el año 2004 recibió el encargo de llevar un grupo turístico por Canadá. De entrada estaba encantada, tanto a nivel profesional como personal, ya que Canadá es uno de los países predilectos de Feli por su belleza e inmensidad. Ella siempre tiene la percepción de que el país norteamericano multiplica casi todo por tres: los paisajes son inmensos, las ciudades también, los espacios verdes inacabables; todo es enorme y precioso. Lo que aún no sabía era que el viaje la dejaría literalmente fundida y cuando regresó necesitó recuperar energías como pocas veces le ha ocurrido. No por el largo recorrido, no por las inmensidades antes mencionadas. Fue por el grupo que le cayó en suerte, puesto que llevaba una marcha capaz de agotar al más pintado.
Cuando Feli recibió a su grupo ya empezó a sospechar que precisamente fácil no iba a ser conducir a aquellos turistas. Eran cerca de cincuenta personas, venían de Canarias y su promedio de edad podría establecerse alrededor de los setenta años. Con estas características y tras el primer intercambio de saludos e instrucciones con ellos, ya comprendió que la prueba iba a ser intensa, por no decir dura y pesada.
Dieciocho días de ruta por el este de Canadá con aquel grupo y el talante que se les adivinaba, invitaba casi más a salir corriendo que a empezar el camino del viaje con ilusión, pero Feli con su profesionalidad y el mejor de los ánimos, se dispuso a afrontar con ganas el tour.
Todo el mundo es bueno, sin duda, y aquel grupo estaba compuesto por personas plenas de ganas e ilusión ante su deseado viaje. Tampoco tener edades ya ciertamente avanzadas significa que ello vaya a ser origen de problemas y conflictos. Pero aquella gente, por la forma en que se expresaban –en especial algunas voces chillonas y mareantes de algunas señoras y también las excesivamente sapientes de algunos caballeros– y por la movilidad y nervio que transmitían, ya hacía prever que aquello no sería precisamente una balsa de aceite.

TRES SEÑORAS SE NIEGAN A PASAR CONTROL POLICIAL

El Grupo Mojo Picón. Viaje a CanadáCuando llegaron a Toronto, la guía ya empezó a darse cuenta real de donde se había metido cuando dos señoras parecían dispuestas a asesinarla a causa del extravío de sus maletas. Como bien sabemos todos los que hemos viajado alguna vez en avión, algo así no es por desgracia extraño del todo. Yo personalmente tuve que ir tres días con la misma camisa por Bélgica hasta que llegó mi equipaje al hotel, pero esta es otra historia. Lo cierto fue que Feli necesitó mucha paciencia y empeño para que aquellas mujeres se calmaran y poder cursar la reclamación. Le pareció incluso que ellas le habían echado encima una especie de maldición referida a una maleta. Unos días después casi tuvo la certeza de que así había sido porque ella también bebió de aquella medicina.
Esperando el trámite de pasar por las autoridades policiales, otras tres señoras del grupo abordaron a la guía para manifestarle con mucha vehemencia que ellas ni podían ni querían pasar el control policial. Ninguna razón al respecto obtuvo, pero ellas estaban en sus trece y de ahí no se movían. Al fin, y ya con los nervios un poco tensos –recordemos que acababa de empezar un tour de dieciocho días–, consiguió que todo el grupo pasara por la policía, afortunadamente sin ningún problema. Quizá los agentes canadienses cuando vieron el percal, es decir las características de aquella buena gente canaria, optó por despacharlos lo más prestamente posible.El Grupo Mojo Picón. Viaje a Canadá
Al día siguiente tenía lugar una de las excursiones estrella del viaje: las cataratas del Niágara. Allí Feli comprendió por qué aquellas tres mujeres se habían puesto tan nerviosas ante el control de entrada. Disfrutando de la impresionante vista de las fantásticas cataratas, navegaron en una barca para ver también desde abajo los maravillosos saltos de agua, al tiempo que se experimenta la inigualable sensación de recibir continuas salpicaduras por todas partes. A todo el mundo se le entrega una especie de capelina con la que cubrirse. Mejor no explicar lo que costó hacer entender a unos cuantos integrantes del grupo que era necesario colocársela. Como isleños aducían que el agua no era ningún problema para ellos porque formaba parte de su existencia. Algún remojón hizo cambiar alguna determinación inicial, pero todos disfrutaron de la excursión entre gritos, exclamaciones y otras expresiones que retumbaban con más fuerza en la mente de Feli que el propio rugir de los saltos de agua.

PICNICS IMPROVISADOS

La sorpresa del día se la llevó cuando un señor del grupo se le acercó muy serio y le preguntó si podían hacer “unas tapitas”. Feli, asombrada, le respondió que no sabía dónde podían ir a hacer el aperitivo solicitado, pues ni estaba previsto ni creía que pudieran hallar por allí un sitio idóneo al respecto. “Tranquila que nosotros lo llevamos todo”, respondió sonriente aquel hombre. Y dicho y hecho. Buscaron un buen sitio y empezaron a sacar de todo. Un auténtico aperitivo canario: papas arrugadas, croquetas de cangrejo, carne adobada, algunas verduras, por supuesto con el mojo picón –la indispensable salsa canaria– y para acabarlo de redondear surgieron algunas botellas de vino y tres de ron canario que transportaban…¿adivináis quién? Pues sí, las tres apacibles señoras mayores que no querían pasar por la policía. Entonces Feli comprendió el por qué y dejó ir una carcajada total, aunque también le pasó por la cabeza la posibilidad de estrangular a alguna de las contrabandistas de licor.El Grupo Mojo Picón. Viaje a Canadá
El viaje prosiguió, conducido por Gilles, el guía local contratado para el grupo de Feli. Un hombre joven fantástico, atento y educado, pero que tampoco se libraría de estar un poco apabullado por los nervios que florecían en el trato con sus turistas.
Los canarios, el grupo “Mojo Picón”, disfrutaban del itinerario. Su marcha era increíble. No se perdían nada. Querían hacer todas las excursiones y más. Esto es complaciente para unos guías turísticos, pero también un poco agotador, más con el ritmo de atenciones y requerimientos que pedía continuamente aquel colectivo. Si no fuera porque en general la presencia física acaba por delatar la edad de las personas y por algunos achaques, nadie juraría que aquella gente insular formaba parte de pleno derecho del colectivo que se define como tercera edad. Feli no olvidará jamás una señora con las piernas muy hinchadas, aquella enfermedad que vulgarmente se conoce como tener patas de elefante, que no faltaba nunca a las primeras posiciones del grupo y no se perdía ni una explicación.El Grupo Mojo Picón. Viaje a Canadá
Ni Feli, ni Gilles, ni el paciente y profesional chófer del autocar que llevaba el grupo, pudieron comprender jamás que aquellas personas comieran a cualquier hora y en cualquier lugar, ni tampoco entendían de dónde sacaban siempre algo para comer y beber, y sus “tapitas” que parecían no tener fin. Nuestra guía tuvo que pedir al chófer que hiciera la vista gorda en cuanto a lo que comían dentro del autocar –cuestión prohibida en principio– asegurándole que ella barrería el coche si era preciso pero que evitara problemas, especialmente con las señoras de voz chirriante o con las contrabandistas de alcohol.
De camino hacia Ottawa, preciosa ciudad de corte británico, que tiene incluso su propio cuerpo de guardia de “beefeaters” como en Londres, Feli notó que el personal estaba especialmente espitoso, armando un buen bullicio. Preguntó qué ocurría y si necesitaban algo y efectivamente así era. Pidieron que buscaran una farmacia pues algunos necesitaban medicamentos. Así se hizo y hasta catorce personas de los mojo-picones salieron acelerados a surtirse de fármacos. Sin duda que era preciso recargar las pilas.El Grupo Mojo Picón. Viaje a Canadá
Pese a que no perdonaban, como es natural, ninguna comida ni cena, sus “tapitas” no cesaban en todo el recorrido. Cuando llegaron a Quebec, otra maravilla de ciudad que en este caso parece anclada en Suiza, pidieron a Feli que les buscara un parque porque querían hacer una barbacoa. Ya llevaban varios días de ruta, así que Feli imploró mentalmente para que no apareciera una ternera despiezada o algo similar que alguno llevara escondida en su maleta. No llegaba a tanto la despensa portátil así que pidieron ir a un supermercado a comprar todo lo necesario. Les buscaron un espacio natural –por fortuna en Canadá no hay problema para hallarlos– en donde pudieran realizar la barbacoa. Se entregaron con un ímpetu y empeño en la preparación que sólo se vio superado por la deglución posterior de lo preparado. Los canadienses que pasaban por el lugar se paraban alucinados viendo aquel grupo de gente mayor como trajinaba y gozaba de su barbacoa.El Grupo Mojo Picón. Viaje a Canadá

DISFRUTANDO EL MARAVILLOSO VIAJE Y … LA COMIDA

El concepto de viaje disfrutando de maravillosos parajes pero siempre atentos a la comida, tuvo su máxima expresión en la visita a uno de los diversos parques naturales que pudieron ver. Gilles entregó a Feli una bolsa llena de zanahorias para que las distribuyera entre la gente del grupo. En aquel parque natural podían verse búfalos, castores, ciervos e incluso osos. Las zanahorias servían para interactuar con los ciervos del parque, animales pacíficos que están acostumbrados a comer de la mano de los visitantes, lo que representa una vivencia muy bonita. Cuando Feli se giró para dar instrucciones al respecto a sus viajeros, recibió una imagen verdaderamente surrealista. Todos los turistas andaban detrás de ellos… ¡comiéndose las zanahorias! Verdaderamente aquellos individuos canarios jamás morirán de hambre.El Grupo Mojo Picón. Viaje a Canadá
Hacia la mitad del viaje, Gilles le dijo a Feli que no podía más con aquella gente y que se largaba. Nuestra protagonista le imploró de todas las maneras que no la dejara sola y finalmente pudo convencerle. La profesionalidad y el buen hacer se impusieron al desgaste mental que día a día ocasionaban los mojo-picones.
Cierto es que los dos guías, junto a la joven y paciente hija de un matrimonio del grupo, dieron con un buen antídoto anti-estrés. Algunas noches aprovechaban cuando tenían a la gente colocada –y suponemos que saciada– en el hotel, para ir a presenciar recitales de jazz en los múltiples locales que se encuentran en todas las ciudades canadienses. Fueron auténticos oasis en la travesía.
Ciertamente se trataba de un itinerario extenso y especial porque los últimos días se recalaba en la península de Gaspesia hasta llegar a Percé, una pequeña ciudad muy bonita en el punto más extremo del este de Canadá. Hasta allí llegan pocos tours turísticos pero los incansables canarios parecían haber elegido llegar hasta el último rincón.El Grupo Mojo Picón. Viaje a Canadá

LA LÁMPARA Y LA MALETA EXTRAVIADAS

Cuando dejaban el hotel en Percé, quemando las últimas etapas del viaje, la directora del establecimiento les impedía marchar. Hablando en privado con Feli y con total discreción, le comentó que alguien se había llevado la lamparilla de la mesita de la habitación. De acuerdo que llevarse un pequeño suvenir de un hotel es una tentación que todos hemos tenido. Que pueda faltar un cenicero e incluso una toalla seguramente ya es algo que asumen en los hoteles, pero llevarse una lámpara…
Para no perder tiempo ni energías, Feli convino en pagar veinte dólares para cubrir la falta y así pudieron salir. Pero no quería dejar pasar por alto el tema, cuando menos para que todo el mundo se enterara, aunque deseaba hacerlo con discreción y elegancia. Así que se le ocurrió llamar a una mujer, que después de tantos días de convivencia sabía que era la más chafardera y cotorra del grupo. Avisándola de que “no dijera nada a nadie” le comentó lo que había sucedido. Brillante táctica la de nuestra guía porque efectivamente los dos últimos días del itinerario todo el mundo conocía el suceso y todos se abalanzaban a preguntarle si ya sabía quién había robado la lamparilla. El tour finalizó en Montreal, ciudad moderna, dinámica y espectacular que tiene un aire de sintonía muy especial con Barcelona, como lo tiene aquella zona en general con Catalunya, lo que ayudó a los guías a relajarse, hacer balance de tantas excentricidades vividas con aquel peculiar grupo y reírse con ganas de todas las anécdotas, especialmente de la lamparilla desaparecida del hotel de Percé.
El caso es que jamás apareció ni el autor ni la lámpara y cuando llegaron de regreso a Barcelona, lo último que le importaba en el mundo a Feli era averiguarlo, aunque seguramente en algún escáner del control de equipajes un guardia pensaría alucinado que vaya recuerdos curiosos se traen de Canadá algunas personas.El Grupo Mojo Picón. Viaje a Canadá
Hemos dejado para el final el detalle con el que se abría el viaje y que a Feli le pareció una especie de maldición sobre las maletas. Sucedió un día, ya avanzado el tour, que Gilles le dijo a Feli que le habían llamado del hotel del que habían partido para informar que alguien había olvidado su maleta. La guía comunicó la noticia y aprovechó, no sin cierta acritud, para dar un repaso general respecto a que ya les había advertido una y mil veces que debían estar atentos a sus pertenencias. Pues bien, la maleta perdida en el hotel era de… ¡ella!
Algún peaje tocaba pagar después de la especie de lavado de cerebro que representaba el día a día con los incansables canarios. Le tocó estar dos días sin maleta y tuvo que ir de prestado con cosas como calcetines, una chaqueta, etc.
Canadá es un país maravilloso y excepcional que nadie, si le es posible, debería dejar de visitar alguna vez en cualquiera de sus regiones, a cual mejor. Para un profesional del turismo, cuando se va a trabajar y aunque no sea lo mismo también es un auténtico gozo. Feli jamás olvidará aquel viaje porque el grupo “Mojo Picón” resultó bastante extenuante. Buena gente a la postre, por supuesto, pero más pesados –salvo honrosas excepciones, naturalmente– que coger en brazos a uno de los ciervos a los que les escatimaron las zanahorias.El Grupo Mojo Picón. Viaje a Canadá
Al final, no obstante, fue una experiencia más y bastante especial que Feli siempre recordará con cariño. Eso sí, como a ella no le gusta abusar, cuando al año siguiente el mismo grupo había contratado un tour por Hungría y solicitó fervientemente que Feli les acompañara como guía, esta declinó amablemente la propuesta para permitir que otro compañero gozara a tope del mojo picón canario.



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