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Lo había dejado en buenas manos. La esencia de un viaje a Camboya

30 Nov 16    Vivencias y anécdotas de viaje    Tarannà    1 comentario

Lo había dejado en buenas manos. Camboya

Mar está disfrutando de un viaje fantástico y, más concretamente, de las excepcionales visitas a los templos de Siem Riep en Camboya. Ha decidido realizar esta ruta en solitario –refiriéndonos a que partió sola desde su ciudad de origen– ya que no ha podido coincidir en tiempo y disponibilidad con ningún conocido. No le importa porque ella es viajera por vocación y ya posee una gran experiencia. Ella entiende el viaje como una especie de inmersión en el interior del lugar visitado y, muy especialmente, con la gente que allí vive.
En su itinerario de viaje es el segundo de los tres días que puede dedicar a gozar de las maravillas arquitectónicas que ofrecen los increíbles templos situados en medio de la selva camboyana. Cuántos símbolos del casi milenario arte de la cultura jemer, cuánta sabiduría emana de aquellas piedras y de aquellas fabulosas construcciones. Mar nota las vibraciones que parecen surgir de aquellos fenomenales parajes para que puedan ser atrapadas por todos aquellos que tengan la suerte de contemplarlo y la sensibilidad de transformarlo en algo propio.

EL FABULOSO COMPLEJO ARQUITECTÓNICO DE ANGKOR EN CAMBOYA

Lo había dejado en buenas manos. CamboyaEs imposible describir en pocas palabras las maravillas que se hallan en los templos angkorianos. Es literalmente impresionante visitar el fabuloso Angkor Wat, considerado el monumento religioso más grande del planeta, o recorrer los inacabables portentos que se encuentran dentro de lo que fue la gran ciudad fortificada de Angkor Thom. Lugares excepcionales como Baphuon, Phimeanakas, la Terraza de los Elefantes o el espectacular muro de seis metros llamado Terraza del Rey Leproso, por citar sólo algunos, son prodigios que allí pueden admirarse.Lo había dejado en buenas manos. Camboya
Con gran interés, Mar se ha deleitado con todo lo que ha visto durante el día y ahora, de regreso al hotel en Siem Reap, caída ya la noche, decide, como es pertinente, que ya es hora de cenar. Una pausa necesaria en la intensidad de este viaje pero que ella desea aprovechar para seguir absorbiendo la esencia de este fascinante país. Le apetece ir al pueblo del que su hotel queda bastante alejado. Hay un servicio gratuito de shutle, el autobús del propio establecimiento, pero solo pasa una vez cada hora y ella decide no esperar.

UN AGRADABLE PASEO EN TUK-TUK

Solicita un “tuk-tuk”, medio de transporte muy habitual en la zona y creado sobre todo para dar servicio al turismo. Los tuk-tuk se componen sencillamente de una moto con su conductor y un habitáculo añadido, normalmente para dos pasajeros. Únicamente coge su bolso con algún dinero, el suficiente para pagar el transporte, la cena y prácticamente para nada más.
Lo había dejado en buenas manos. CamboyaCuando el chófer la deja, empieza a pasear para escoger el lugar donde cenar y después de andar unos pocos metros se da cuenta de que lleva las manos vacías. Se ha dejado el bolso en el tuk-tuk. Mala suerte porque tenía ganes de cenar algo apetitoso para completar el magnífico día que había pasado, aparte de que tiene hambre; lógico después de haber hecho un ejercicio más que estimable, andando arriba y abajo por los grandes templos.

CENA FRUSTRADA PERO EL ÁNIMO ARRIBA PARA PROSEGUIR EL VIAJE

No puede hacer nada al respecto ya que, además, aquel viaje lo efectúa sola. Lamenta este despiste que ahora la ha dejado allí colgada y sin dinero para poder comer ni poder regresar. Lo que ha perdido no es demasiado importante porque no llevaba mucho importe y el bolso tampoco tenía ningún valor especial. El tema es que ya es de noche y a ver cómo se lo hace ahora para volver a su hotel.Lo había dejado en buenas manos. Camboya
Por fortuna, consigue encontrar la parada donde deja y recoge el shutle que transporta de manera gratuita a los huéspedes del hotel, así que a esperar que pase, no queda otro remedio. El tiempo de espera se hace largo y tampoco sabe con certeza cuánto tardará el próximo bus. Por otro lado, en aquellas horas, por allí no transita demasiada gente, así que no queda otra que armarse de paciencia y aguardar.
Con nuestra mentalidad occidental, rápidamente podemos pensar que ésta es una situación peligrosa. Una mujer sola, de noche, en un lugar por donde no pasa casi nadie y en un país tan extraño para nosotros como es Camboya. Pero Mar permanece tranquila. Ella no tiene ningún tipo de temor porque sabe que allí la gente es infinitamente más amable y cuidadosa con los visitantes extranjeros que no la de los países que definimos –probablemente de forma errónea– como desarrollados. De hecho, las escasas personas que pasan cerca de ella, le dedican sonrisas y saludan con educación.
Cuando empieza a ponerse ligeramente nerviosa –las esperas nos ponen a todos de mal humor– y temer por si ya no vendrá ningún bus, por fin llega uno. Ha esperado una hora larga, muy larga. Incluso le ha parecido mucho más tiempo, pero por fin ya va hacia el hotel sin haber sufrido problema alguno, aunque con el pequeño vacío de no haber podido aún cenar nada. No le importa demasiado, ya ni piensa en ello y lo que quiere es llegar a su habitación, descansar y afrontar con todas las ganas una nueva jornada del viaje a Camboya que le deparará sin duda nuevos portentos.

UNA SORPRESA ABSOLUTAMENTE IMPAGABLE

Cuando llega al hotel, Mar recibe una de las sorpresas más inesperada y, a la vez, más agradable de su vida. El chófer del tuk-tuk, de pie y apoyado en su sencillo vehículo, aguarda pacientemente la llegada de la mujer, justo delante de la puerta de entrada. Sostiene entre sus manos el bolso de Mar, evidentemente intacto, para devolverlo a su propietaria.
Este detalle fascina a nuestra protagonista tanto o más que las vistas más espectaculares que está disfrutando en su viaje. Un acto tan natural, de amabilidad incondicional, la complace y casi la emociona. No es por el valor del poco dinero que contenía el bolso –nada importante– y además ni llevaba documentos ni otras cosas de valor. Lo realmente importante es el gesto de aquel hombre. Él solo sabía una cosa, que aquella mujer regresaría de una manera u otra a su hotel y como tenía algo que era de ella, esperaba con paciencia hasta estar seguro de poder devolvérselo.
Lo había dejado en buenas manos. CamboyaTan normal, tan lógico, tan natural y a nosotros nos parece hasta extraño, porque en condiciones normales, una situación similar por aquí o por otros de los países de los que consideramos a la cabeza del mundo y la civilización –haría falta reflexionar bastante al respecto– mucho me parece que difícilmente hubiera tenido el mismo desenlace. ¿No os parece?
Han pasado algunos años desde esto pero Mar, que ha realizado incontables viajes, no olvidará jamás el detalle y la cara de bondad y satisfacción de aquel modesto conductor de tuk-tuk cuando le retornaba su bolso. Recordará siempre este hecho de su viaje a Camboya al mismo nivel que las maravillas presenciadas y vividas.
Ella ha dispuesto de múltiples posibilidades participando en viajes realmente preciosos y llenos de solidaridad, más aún cuando se dedica al departamento de viajes responsables de Tarannà y, como tal y también por su propia naturaleza, tiene una filosofía muy especial de lo que representa viajar: conocer a seres humanos en sus lugares naturales y mezclarse con ellos para sentir y compartir.
Aquel día en Siem Reap, lo que ella no sabía era que no había perdido nada. Simplemente lo había dejado en buenas manos.Lo había dejado en buenas manos. Camboya



Comentarios de “Lo había dejado en buenas manos. La esencia de un viaje a Camboya”

  1. Gabriel dice:

    Estoy de acuerdo con Mar. Yo también hice el viaje solo y, a parte de los espectaculares templos, lo que mas me impresionó fueron los camboyanos. Por su amabilidad, honestidad y sinceridad.
    Como anécdota os cuento que caí enfermo y la guía que contraté un día, al enterarse, se encargó de ayudarme y me compró los medicamentos. Quedé impresionado!!

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