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Blog de viajes

Costa Rica. Momentos. Por Pilar Blasco

21 Ene 11    Cuadernos de viajes    Ferran    Sin comentarios

Rana verde de ojos rojos en Costa Rica

La soledad me lleva a ese puerto desde un océano en movimiento.

Allí me espera y lo sé, el sol en el suelo, en el lugar de encuentro.

Mi soledad cerrará su círculo…

escuchar las voces en el viento…

temporalidad que me ata y me hace soñar

palabras que no se borren con el tiempo.

Cuando escuchas el silencio, descubres instantes donde las emociones fluyen y puedes percibir todo tu interior…

Momentos únicos que transcurren en un plano sutil de conciencia que no puedes atrapar…

Cuando la luz llega con fuerza desmedida e ilumina hasta el último rincón del alma…

Son momentos fugaces que muestran el camino de la Vida…

Cuando sientes la sensación de agua, te deslizas por momentos de ingravidez en los que la Nada es Todo…

Cuando respiras el aire y… encerrada en una burbuja viajas sin destino…

vives unos momentos en otro espacio inconmensurable en el que el ahora no existe ni tampoco el antes ni el después…

Momentos… momentos vividos, momentos soñados, momentos reales, momentos que tienen en su seno eternidades de separación y distancia…

momentos en los que sientes que se expande todo el ser…

momentos, momentos…

A las 7 a.m. del 19 de agosto, cierro la puerta de las obligaciones, la rutina y el “debo hacer…” al otro lado, me espera un país desconocido; su naturaleza, sus gentes… siento curiosidad por todo aquello que con tanto cuidado he preparado con Ferran de Tarannà: volcanes, valles, bosques primarios, playas caribeñas, océanos… todo un mundo nuevo que se abre ante mi… quiero conocer, quiero aprender…

Con Cristina, Juan, Marta, Jim, Tonín, Memé y Rosa me siento extraordinariamente bien; familia y amigos entrañables que compartirán conmigo vivencias únicas en tierras de Costa Rica.

Buscar emociones nuevas… aprender a mirar, aprender a sentir. Vivir desde dentro la pasión de lo desconocido y sentir el asombro de un niño…

Cierro los ojos y recuerdo…

“Detente, momento, ¡eres tan bello!… sólo que el momento no escucha, y esas estrellas refulgentes están ya a punto de moverse a otro horizonte…” (Goethe).

Corcovado – Costa Rica

En avioneta desde S. José a Puerto Jiménez, Península de Osa… se adivina un entorno extraordinario… verde, verde y más verde. Durante los 50 minutos de vuelo sólo se observa ese color, diferentes tonos, pero todo forrado de una alfombra de vegetación.

Grandes nubes adornan el horizonte; unas blancas como grandes bolas de algodón… un poco más lejos, nubarrones negros presagian una gran tormenta… más allá un trocito de cielo azul intenso…

Recorriendo esos caminos característicos llenos de baches y barro, árboles de distintas especies nos saludan… son árboles impresionantes, de una belleza sobrecogedora… de pronto aparece ante mi vista uno extraordinario… un árbol de Guanacaste, magnífico en su porte, que me cautiva el corazón. En lengua azteca se llama “Guautil-nacaztli” (árbol-oreja); está solo en medio de una gran prado de color verde limón y… me habla

Me cuenta que no le importa estar solo, que todos lo estamos… me pregunta porque nosotros tememos tanto la soledad… sólo a través de ella se puede encontrar el equilibrio y la fortaleza necesarias para seguir en pie… soledad no quiere decir incomunicación y aislamiento… desde la soledad se puede escuchar y sentir aún más profundamente las emociones propias y ajenas…, me dice en un susurro…

Me habla de la Mielita, que, como la Teca, vino de Asia, y crece siempre rodeada de otras muchas como ella… tiene el corazón blando y sólo hace lo que todas las demás de su especie; dejarse llevar….

Del Cedro Amargo dice que es muy agresivo y sólo le importa crecer y crecer…

De la Ceiba me cuenta que es uno de los árboles más grandes de la América Central, alcanza fácilmente los 50 metros de altura…. Su corteza está cubierta de espinas por lo que puede parecer agresivo o poco amigable, sin embargo, es un árbol sagrado para los nativos y simboliza: Vida, perpetuidad, bondad, fuerza y unión.

Del Guarumo (tronco de 20 mt. delgado y con divisiones tipo bambú) explica que establece una asociación simbiótica con las hormigas “azteca” y ellas, furiosas, defienden lo que han conquistado sin importarles las necesidades de los demás…

Uy, uy… el Higuerón, también llamada Higuera Estranguladora… es una experta en sobrevivir a costa de otros de los que se aprovecha hasta su extenuación… se lo quita todo, hasta que consigue decir: aquí estoy yo!!!!, ya no me sirves, así que, fuera!!!!

Del Roble Sabana comenta que crece muy rápido y va a la suya, así que no da problemas a nadie… no es muy “amistoso”, pero…

Me habla de muchos árboles que ceden amistosamente sus ramas para que sirvan de soporte a gran variedad de plantas epifitas; entre ellas, las bromelias y las orquídeas (más de 14.000 especies diferentes), son las que más frecuentemente se aprovechan de las bondades intrínsecas de algunos árboles…

El Cocobolo está protegido y su hermosa madera de dos tonos sólo la pueden usar cuando el tronco ha caído por algún motivo… es presumido y actúa con cierta condescendencia…

El San Cristóbal es un árbol de madera dura y por tanto de lento crecimiento, se deja ver poco… es tímido y trabaja mucho para él mismo…

El Aguacatillo es grande y orgulloso crece a 2.000 metros y su fruto es la única comida de los maravillosos quetzales… por eso se sabe único y su displicencia es conocida…

Me cuenta, me cuenta muchas cosas el espléndido “Guati” solitario, que como un gran paraguas protector, da sombra a todo aquel que desee detenerse bajo el… y escuchar con el corazón…

Espacios

Espacios etéreos,

sentimientos colgados en el aire,

más allá del pensamiento,

más allá de las palabras…

comunicación…

espacios vacíos,

brisas que se mueven sin obstáculos, en perfecta armonía,

más allá del silencio,

más allá de la soledad…

comunicación…

sólo en el olvido hay abismos que ni la voz ni la vista pueden surcar…

más allá de la distancia,

más allá de la muerte…

comunicación…

cuando la Vida habla todos los vientos se hacen palabras…

Corcovado

Nuestro alojamiento en la Península de Osa son unas extraordinarias cabañas “tipo africano” dispersas por la ladera de la montaña, rodeadas de una espesa vegetación. Así, casi aislados, podemos disfrutar de la naturaleza en todo su esplendor.

Una trepidante tormenta nocturna nos saluda, parece que el cielo “se venga abajo”… llueve con una intensidad sobrecogedora… debajo de la mosquitera, protegida y tranquila, escucho, escucho…

A las 4,30 de la madrugada se oye un extraordinario sonido… parece una manada de elefantes en la lejanía… pero claro, eso no es posible!!!!!!!!!… resultan ser monos Congo, también llamados “aulladores”… que sonido tan extraño! ni en los confines de África había oído algo semejante… creo que no se me olvidará en la vida…

Corcovado – Estación Biológica Leona

Caminando por la playa inmensa y desierta, busco en lo más profundo de mi memoria para encontrar los sentimientos que darán expresividad a mi lenguaje… un lenguaje de sensaciones intuitivas que se filtran en el Todo como una queja, como un suspiro…

Hermosos árboles adornan la línea de playa… el sonido ininterrumpido y bravo de las olas como fondo, se altera, de vez en cuando, con el juego de unos coloridos guacamayos…

Resulta sorprendente que, mirando delante y atrás, estemos absolutamente solos en medio de esta naturaleza sobrecogedora…

Después de caminar por la playa unos 5  kilómetros, entramos en el bosque… árboles inmensos, vegetación exuberante… calor, humedad… andamos en la penumbra del bosque más de una hora, observando monos araña, pisotes que con sus largas colas que parecen periscopios, pasean tranquilamente, gran cantidad de insectos, pájaros, etc. que conviven en perfecta armonía. Llegamos a la desembocadura del río Madrigal, donde nos bañamos en esas aguas rápidas que en un instante formarán parte del Pacífico…

La luz va cediendo y la marea sube rápidamente… los colores se intensifican y las olas rompen con fuerza en espuma blanca que llega en muchas ocasiones hasta los árboles… no queda playa!!!!!!! Ciclos inmutables de la naturaleza se suceden; día y noche, lunas, mareas… busco la sintonía de mi mundo interior con el mundo natural que me rodea… escucho la brisa del mar como si fuera un fluir que limpia mi mente. Ese pulsar de los ritmos naturales conforma las olas en que vamos montando nuestras vidas…

Recuerdo una pequeña historia…

Se trata de una pequeña ola que avanza por el océano pasándolo fenomenal. Disfruta del viento y del aire fresco, hasta que descubre que la olas que van delante suyo se estrellan contra la playa.

Dios mío, es terrible!!!, dice la ola; mira que me pasará!!!

Entonces viene otra ola y mirando a la primera le pregunta: ¿por qué estás tan triste?

La primera ola le responde: ¿pero es que no lo ves?… nos estrellaremos todas!!!! Todas nosotras, olas, nos convertiremos en nada!!! ¿No es terrible?

La segunda ola le dice: no, eres tú, que no ha entendido nada… además de una ola, eres parte del océano!!!!

Yo camino descalza, sintiendo a través de mi piel, el dolor de un guijarro demasiado anguloso, la suavidad de la arena fina y tibia, el frescor de una ola que acaricia mis tobillos… miro muy lejos, intensamente, sabiendo que no volveré a esta playa, mis ojos se inundan de lágrimas, lágrimas saladas como esas olas errantes que lamen la playa… miro a mis hijas, a sus compañeros y a mis amigos y sé que este instante, este momento, quedará como un hermoso recuerdo en mi memoria, en mi conciencia, en mí…

Monteverde

Paseo por puentes colgantes, a más de 30 metros sobre el suelo, en un bosque primario exuberante… árboles, plantas, y flores de diferentes especies conviven en un palmo de tierra… desde ahí la extraordinaria vegetación se magnifica…

Miro esa naturaleza única y decido en un instante apuntarme a las “tirolinas”… impresiona mucho, porque desde los puentes se pueden ver algunos cables entre plataformas… están a más de 40 metros y son larguísimos (uno de ellos supera los 800 metros de largo)… sin embargo, quiero pensar, por un instante, que soy un ave que planea sobre las copas de los árboles…

y… así es… la velocidad es impresionante, pero la ingravidez ayuda… la concentración inicial en la técnica de ejecución da paso a la visualización interior que me convierte en un pájaro tranquilo que entre el cielo y la tierra observa el tiempo detenido… vuelo, vuelo, por unos momentos extraordinarios…

Curubanda

Estancia en una granja llamada Nueva Zelandia… rodeados de vacas, ovejas, caballos, gallos, ocas y todo tipo de animales nos movemos con cierta precaución, hasta llegar a nuestros alojamientos… unas cabañas de madera donde se mezcla lo rústico con un pretendido aire de delicadeza y sofisticación… resultado… un ambiente un tanto “kitsh” que me divierte sobremanera…

A las 4,30 de la madrugada, puntualmente, canta el gallo y a continuación todos los animales despiertan y nos deleitan con sus respectivas “voces”… una auténtica sinfonía!!!… a las 5,30, más o menos, se callan (suponemos que para comer) y… ya es hora de levantarse!!!!, así que… en pié!!!… por la ventana, lanzo un “silbidito” para despertar al resto del grupo que duerme en sus cabañas muy cerca…

Excursión a caballo que iniciamos a las 8 de la mañana después de un buen desayuno junto a la cocina de la granja…

Nos acompaña Allan nuestro guía, además de Ignacio y Wilbert… necesitamos “apoyos”, porque se sospecha que el día puede ser algo complicado…

y… así es… se inicia el paseo tranquilamente por unos prados maravillosos, pero pronto entramos en el bosque y nos encontramos ante unos estrechos senderos de barro, raíces y piedras resbaladizas, con una pendiente de 45 grados!!!! Horror!!!! ¿tenemos que bajar por ahí????, es la pregunta que nos repetimos todos completamente asombrados de la situación… si, si contestan… es sólo un entreno, para que se vayan acostumbrando!!! No damos crédito!!!!, ¿es posible que tengamos que pasar por ahí???… pues si, y sólo es el principio…

Con el corazón algo encogido y hablando muy suavemente a mi montura, una yegua llamada Ardilla, avanzamos por ese bosque impenetrable y maravilloso, aunque en esas circunstancias no puedo disfrutar mucho del entorno….

Entre resbalones, resoplidos y algún que otro golpe en las rodillas llegamos a un “claro”, donde dejamos los caballos. Descendemos al río por un sendero muy empinado y, naturalmente, lleno de barro… llegamos a una espectacular cascada de agua fría y cristalina… buff, todos necesitamos un baño para relajar la tensión!!! La fuerza del agua es impresionante… nos empuja contra las rocas y hay que tener cuidado, pero vale la pena… es un paraje de ensueño… el sonido, la escasa luz que se filtra entre la exuberante vegetación, da la sensación de estar en el “origen”, donde todo es limpio, transparente y noble…

Volvemos a nuestras monturas que tranquilamente nos esperan… “Lucecita”, “La Loca” se distraen comiendo las tiernas hojas… otros duermen de pie… Con un cansancio manifiesto, cabalgamos de nuevo… más terraplenes impresionantes…

En un momento, decido… no pensar. No pensar en el miedo que me da que alguien si haga daño, en el dolor en los ísquiones, en la rampa que está a punto de aparecer por tener la pierna en tensión para evitar los golpes con los árboles…, no pensar… no pensar… simplemente “sentir”. Siento la tibieza de mi montura por el esfuerzo que esta realizando, siento la belleza del entorno, siento la bondad en la Naturaleza y de repente, estoy segura que todo irá bien… la energía positiva que circula es muy potente y nos ayudará… así que me relajo y disfruto del momento…

Como no podía ser de otra manera… se desata una formidable tormenta… la lluvia cae con fuerza y aún nos falta una hora de camino… pero no importa!!!

Con la cara mojada y el corazón latiendo con fuerza, galopamos por una formidable ladera de hierba alta, verde claro… es formidable!!! Una sensación maravillosa me embarga… a pesar de la lluvia y del cansancio prolongaría este momento eternamente…

Finalmente, después de más 8 horas, llegamos empapados pero felices a nuestra cabaña… ha sido una experiencia maravillosa…

Bijagua – Parque Volcán Tenorio – Río Celeste

Algo doloridos y bastante cansados del día anterior, llegamos al Parque del Volcán Tenorio… tenemos por delante una caminata de 6 horas… la promesa de visitar el Río Celeste, las cataratas, fumarolas y aguas termales, nos anima…

Nuestro guía en el parque dice que es un “paseo”… los primeros diez minutos… si lo son, pero… enseguida empezamos a subir, subir…al poco… a bajar, bajar…

La naturaleza es extraordinaria… de pronto aparece un hueco del que brota una nube caliente y sulfurosa… más adelante una catarata preciosa y después de subir y bajar unas cuantas veces más, llegamos a ese prometido Río Celeste…

Es increíble!!! realmente es celeste!!!… parece que le hayan echado “azulete”.

Se respira un ambiente de cierta irrealidad… hay que cruzar el río por troncos caídos, mirar al frente con seguridad y seguir adelante… la vegetación es asombrosa; me quedo extasiada mirando cada planta, cada hoja… pero hay que seguir… se avecina una tormenta!!!!

Por unanimidad, se decide cruzar el río frente una impresionante catarata… debemos nuevamente que bajar por una empinada cuesta llena de barro… la tormenta la tenemos encima y el sonido de trueno resuena con fuerza en mi interior… cierto nerviosismo se apodera del grupo… sin embargo “se” que no hay peligro… estamos en plena naturaleza y ella nos protegerá. Nos empapa un agua limpia, transparente, purificadora… es una sensación maravillosa… podía sentirme incomoda, con la ropa pegada al cuerpo, las botas llenas de agua, sin embargo estoy feliz!!!

Cruzar el río frente a la catarata, no es fácil… debemos cogernos todos de la mano y hacer una cadena, pues la fuerza del agua que llega casi a la cintura nos arrastra… la lluvia sigue cayendo con una intensidad desconocida para nosotros.

Conseguimos cruzar sin novedad y Juan que no lleva máquinas de fotos y está completamente empapado, decide nadar hacia la catarata y disfrutar de ese momento increíble… me gustaría hacer lo mismo, pero “mis cámaras” me lo impiden!!!

Finalmente llegamos empapados y cansados… logramos cambiarnos de ropa en los lavabos del refugio del Parque… no es fácil, pero lo conseguimos!!!

Una frugal comida nos espera en un lugar ciertamente pintoresco, hay hambre y todo está bien.

Nos dirigimos hacia el Volcán Arenal. Lluvia en el camino y … por supuesto, no se ve nada!!! Mi ilusión de ver el volcán escupiendo lava, se aleja… pero después de la cena… aparece un resplandor rojo en la negra noche…. poco a poco la silueta cónica del volcán se distingue… es maravilloso… se oye un estruendo, como un rugido y de repente, desde el cráter estalla un festival de luz… incluso se distinguen las rocas incandescentes rodando ladera abajo… es un espectáculo magnifico. Me quedaría toda la noche observando como las entrañas de la tierra muestran su poder… fuerza interior… eso, eso quiero encontrar en mí…

Momentos soñados, momentos mágicos y ahora reales que quiero conservar en mi memoria… momentos, momentos…

Salimos todavía de noche hacia Guapiles y eso nos proporciona otra oportunidad de ver el magnífico Arenal que nos despide con una explosión contenida y una columna de humo que se dirige al cielo todavía dormido…

Siento tristeza… me encantan los volcanes, me hubiera gustado acercarme para poder sentir bajo mis manos esa fuerza interior de la naturaleza… pasear, observar, notar el calor, el olor, pero… debemos continuar…

Tortuguero

Después de un “montaje” bastante curioso de autocares y barcas, llegamos por unos increíbles canales a Tortuguero.

Hace mucho calor y la humedad es muy alta, me siento realmente sorprendida de ese entramado de canales grandes y pequeños. La naturaleza es exuberante… un cierto halo de misterio flota en el aire, aunque es completamente de día, la oscuridad nos envuelve… miramos atentamente hacia la orilla y vemos distintos animales; los perezosos son extraordinarios, realmente sus movimientos son lentísimos. Los tucanes, con sus grandes picos amarillos van de árbol en árbol. Vemos lagartos y también caimanes… no son muy grandes, pero no me gustaría estar en el agua cerca de ellos!! Son oscuros como el agua que les rodea y se deslizan con unos movimientos sinuosos sin hacer ningún ruido…

Por la noche vamos a la playa para intentar ver las grandes tortugas desovar. La oscuridad es total y sólo el guía puede llevar linterna. No hay luna, y avanzar se hace difícil.

Finalmente conseguimos localizar una tortuga. Es realmente grande!! Me emociona contemplar como se esfuerza en realizar su tarea… pone más de 80 huevos y solamente una o dos tortuguitas sobrevivirán… las leyes de la naturaleza son implacables y sabias, así que hay que dejar que sea ella la que ordene la vida y la muerte…

Cuando termina, cubre el agujero, abandona a su prole para siempre y sin dar un vistazo atrás, regresa al mar…

Ese momento de abandono me hace pensar en lo aferrados que estamos todos al pasado, a lo que deberíamos haber hecho y no hicimos… a lo que fuimos y no somos, a lo que teníamos y no tenemos… como nos perturba ese pensamiento!!. Creo que haré como la tortuga y no miraré hacia atrás!!!…

Cahuita-Bocas del Toro

Llegamos a Cahuita, pequeño pueblo en la costa con aire afro-caribeño… paseamos tranquilamente por sus calles terrosas… observamos el mar y decidimos darnos un baño en la llamada Playa Negra… no hay nadie a la vista y la extensión de la playa es inmensa; el agua es sorprendentemente tibia!!!

Nuestro alojamiento son unas casitas de colores diseminadas por un precioso jardín…la de los “mayores” es rosa y la de los jóvenes azul… tenemos salón, cocina, baño, etc. también una hamaca en el porche, aunque al atardecer hay mosquitos y… mejor no exponerse demasiado.

Dormimos de maravilla, pero a las 4 de la madrugada nos despiertan los monos aulladores que están en unos árboles muy cerca de nuestras casitas… el “escándalo” es impresionante, ya que están mucho más cerca de los que oímos en Corcovado. Es un sonido muy extraño que no se olvida fácilmente…

Salimos temprano hacia la frontera de Sixaola, aquí debemos hacer los trámites migratorios para pasar a Panamá.

La “frontera” y el puente que separa los dos países es increíble… un viejísimo puente de hierro, con travesaños de madera, podrida en muchos lugares, y que debe pasarse a pie, nos espera… mejor mirar donde pisas!!! Es realmente una situación “pintoresca”.

Al otro lado nos espera un panameño, un tanto “ceñudo”, que nos conduce a toda velocidad por una carretera llena de baches hasta el embarcadero donde debemos coger el transporte público (lancha para unas 20 personas) que nos dejará en Puerto Colón… en las ansiadas islas de Bocas del Toro…

Sensaciones

Imposible describir la suavidad de esa profusión de plata, espejo de agua, suaves ondulaciones que brillan como salpicado de estrellas…

Bajo el agua, encerrada en una burbuja de silencio… las emociones se aquietan… ingravidez… soledad, todo fluye, la tensión cede…

Silencio, silencio… mareas que arrastran inquietudes… suaves movimientos de agua clara acarician mi piel…

Ingravidez, soledad, silencio, silencio…

Sobre la playa, la arena tibia envuelve mi cuerpo… se adapta a él, me sostiene… dejo sobre esa arena fina y blanca todo el peso de mi conciencia… y… poco a poco se diluye en una danza serena de arena y espuma…

Viento en la cara, respiración profunda… aire cargado de mil aromas recorre todo mi cuerpo llenando espacios vacíos… en el aquí y ahora, desde la dimensión más profunda de mi existencia, siento la naturaleza en mi interior, siento que formo parte de ella…

Soy aire, soy tierra, soy agua…

Bocas del Toro (Panamá)

Después de una noche con una tormenta extraordinaria, amanece un día claro… en la plataforma, al final del embarcadero, saludo al sol… una caricia suave en mi cara y viento intenso del oeste en la espalda… respiro, respiro hondo y todo el océano penetra en mi interior, arrastrando pesares y llenándolo todo de color azul… azul intenso como el agua tibia de este mar Caribe…

En este enclave único, de soledad y aislamiento, estoy feliz… una cierta sensación de “Robinson” me envuelve… el pasear por los alrededores del alojamiento, coger cocos del suelo, abrirlos, con la imprescindible ayuda de Jorge,  comerlos, me parece una irrealidad. No hay nadie por los alrededores… es fantástico!!

Jorge es indígena de la Comunidad que habita la isla de Bastimentos; es el encargado de atendernos… un ser excepcional, un alma ingenua y tranquila que vive feliz sin apenas nada… recuerdo en este momento una frase de Carmen Laforet: “Unos seres nacen para vivir, otros para trabajar, otros para mirar la vida”…

Bocas del Toro-Cahuita

Dejo Isla Bastimentos con tristeza, alguien, con manifiesto “alivio”…

Esa imagen de playa solitaria de aguas tibias y tranquilas, rodeada de una vegetación extraordinaria me parece tan irreal, que pensaré que lo he soñado…

Lancha a Puerto Colón, a continuación, navegación hacia la costa continental; tres cuartos de hora de ruido y “botes” increíbles en la lancha de servicio público. Llegamos a Sixaola donde nos espera un chofer para llevarnos hasta la frontera con Costa Rica y de nuevo hacer los trámites oportunos.

Cruzamos caminado otra vez el “puente” y ya estamos “como en casa”!!! Costa Rica!!!

Después de unas dos horas en la “furgo” de Allan, llegamos a Cahuita, a nuestros ya conocidos alojamientos de “casitas caribeñas”.

En la más absoluta oscuridad de la noche, salimos fuera y observamos extasiados como en un enorme árbol se encienden y apagan miles de lucecitas!, parece un árbol de Navidad!!;  son luciérnagas, es realmente bonito…

Volcán Irazú – Cerro de la Muerte

Salimos de Cahuita muy temprano, pues la promesa de poder ver el volcán Irazú es importante… ocurre muchas veces que a primera hora de la mañana se puede observar el cráter, pero conforme avanza la mañana unas nubes insistentes se apoderan de la cima y es imposible ver nada… así que a las 5 a.m. ya estamos preparados para partir.

Nos dirigimos hacia la zona de  Turrialba. Ahí podemos ver grandes plantaciones de café. Son muy curiosos esos cafetales, como están dispuestos los arbustos siguiendo la ladera.

Necesito “tocar” las hojas, y el fruto  que aún hay en algunas plantas… ahí, de pie, entre el verde intenso, recuerdo en un instante: café, cacao, yuca, guayaba… Palabras que evocan un tiempo ya lejano, en el que mi padre vivía y soñaba con ello. Pienso en el valor que tuvo de vivir sus pasiones y en como acabó su vida, hace ya 23 años, con las manos vacías y el corazón lleno de amor…

Rodeada de ese silencio interior, sonido callado de la existencia, recuerdo claros atardeceres de mi lejana infancia… ha llegado la hora de las ternuras que no derramé nunca…

Momentos, momentos… recuerdos de humo…

Quiero aprender a ser de nuevo estrella, siento su alma cerca…

Después de subir por una carretera increíble, llegamos a la cima del volcán Irazú que está a 3.432 metros… hace frío, pero el espectáculo es impresionante. El cráter esta ocupado por una laguna de color verde jade, y el contraste con la tierra oscura que la rodea provoca un efecto bellísimo.

Hemos tenido suerte porque no hay nubes y podemos pasear por toda el área del volcán disfrutando de esa belleza natural con tranquilidad…

Volcanes, he contemplado con asombro el Tenorio, el Miravalles, el Rincón de la Vieja, el Arenal, el Poas (de lejos), el Turrialba, el Irazú… evocan una realidad oculta… la tierra está viva, la naturaleza es poderosa y a pesar de todos los horrores que el hombre le inflija, ella seguirá adelante, de una manera u otra, mucho tiempo después de que el hombre desaparezca de la faz de la tierra…

Llegamos al Cerro de la Muerte, Mirador de los Quetzales, a 2.340 metros… llueve suavemente y la vista hacia el valle es preciosa.

Temo no poder contemplar al quetzal… nos cuentan durante la cena que apenas quedan frutos del “aguacatillo”, único alimento de los quetzales… dicen que han emigrado a tierras más bajas, donde encuentran todavía su comida…

Cerro de la Muerte

Duermo intranquila, hace mucho frío… A las 5 a.m. estamos en pie y dispuestos a recorrer los bosques cercanos en busca del quetzal. Nuestro joven guía, sin mucho entusiasmo, nos muestra árboles gigantes, helechos enormes, distintas plantas… pero ni un quetzal!!!… andamos durante una hora y media subiendo y bajando la montaña. La naturaleza es espectacular, pero la decepción ahonda en mi corazón… podía ocurrir y lo se, así que no hay más que aceptar la realidad…

Volvemos al refugio y desayunamos  una buena taza de café, huevos, tostadas…

Proponemos volver a recorrer el bosque, por otro sendero que se denomina “autoguiado”… cinco de nosotros queremos volver a intentarlo… tengo una pequeña esperanza de poder ver un quetzal… todos dicen, incluidos los del refugio, que es casi imposible… se han ido!!!, pero hace un día maravilloso para pasear, así que volvemos a salir…

Después de más de dos horas de subir y bajar senderos llenos de barro, cruzar torrentes, contemplar una pequeña cascada, mirar y mirar, pensamos en volver… el hermoso quetzal no aparece…

Sin embargo, algo me hace girar la cabeza e intuyo una sombra que pasa a lo lejos… en el bosque, la luz es escasa aunque hace un día espléndido… escucho el silencio, respiro hondo y el corazón me da un brinco!!! creo adivinar sobre una rama la silueta inconfundible de una quetzal… veo su cola, larga y verde colgando de una rama… si, si es un quetzal!! no me lo puedo creer!! mis amigos tampoco, pero, un quetzal maravilloso esta frente a mi.

El sueño de ver esos extraordinarios pájaros se ha hecho realidad. Estoy muy feliz!!! me encantan los quetzales… quizás vuelva cuando los aguacatillos estén maduros y pueda observar tranquilamente a estos únicos y originales pájaros de largas colas en su hábitat, en este rincón del mundo donde la belleza  esta en la naturaleza misma de las cosas…

Dejamos atrás el Cerro de la Muerte y descendemos hacia Cartago y San José… a las 17 h. debemos estar en el aeropuerto…

Nos despedimos de Allan con tristeza… hemos pasado unos días fantásticos!!!

Termina aquí este maravilloso viaje, esta experiencia de vida que, junto a mis hijas, compañeros y amigos, he disfrutado de todos y cada uno de los momentos vividos…

Momentos que permanecerán en mi memoria como algo auténtico de una vida.

Momentos, momentos… momentos que albergan eternidades…

Cierro los ojos…  y yo, como una niña perdida en un vacío infinito e insondable sentada al borde de las nubes, veo como un suspiro los días que pasan… veo como al caer la noche se cierran los pétalos de las flores, abrazándose en su ansia de recuerdos…

Ha llegado la hora de los silencios que no tienen palabras…



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