Se abre en el tiempo una brecha fulgurante, niebla tibia y olor a tierra mojada.
Desde un pequeño promontorio en la inmensa llanura de Sinya, escucho el latir de la tierra, la brisa entre las hermosas acacias y el fluir de los pensamientos, el sonido del viento y esa plenitud tan africana que parece que se acabe de descorrer una cortina tras la cual se asoma la eternidad.
Un soplo de silencio me muestra el tiempo que se fuga pero que está condenado a regresar.
Estoy sola en un hueco del olvido, en un paisaje que será ceniza, en un lugar que quizás sólo sea un reflejo de mis pensamientos…
Cierro los ojos… viento austral en la cara, frío, limpio, noble. Lleva mis pensamientos lejos, muy lejos y me trae recuerdos de las personas amadas. Una a una van desfilando ante mí, están en mí y forman parte de un Todo con esa naturaleza inconmensurable en los cofines del mundo… Tierra del Fuego, al sur, muy al sur, más allá del estrecho de Magallanes, donde los Andes se fragmentan en un rosario de montañas bellísimas que besan el mar, cerca ya de la Antártida. Sigue leyendo
Un día de octubre, en el coloquio posterior a la presentación de un libro de viajes en Altäir, comentaron el escrito por Xavier Moret sobre su viaje en busca de los más espectaculares baobabs de África. Me apasionan desde siempre los baobabs y ese libro despertó en mí unas ganas irrefrenables de abrazarme a unos cuantos de esos inmensos y especiales árboles.
“El viaje empieza en el mismo momento en que piensas en él”… así que, hilvanando los lugares míticos que me gustaría ir, trazamos el camino tras las huellas de Xavier Moret… Un camino en parte inspirado en su libro “a la sombra del baobab”.
Cuando los vikingos noruegos llegaron a las tierras de Islandia hace algo más de 1.000 años, lo primero que vieron, fue hielo y más hielo; así que la llamaron Iceland (tierra de hielo)… no podían imaginar que en su interior corrían ríos de fuego que pugnaba por emerger y derramar toda su energía sobre la faz de la tierra. Hielo y fuego… fuerzas que se alternan en mostrar su poderío en esta tierra única, extraña y viva.
El 11% de su territorio es hielo, y en invierno, casi todo el país se cubre de blanca nieve.
El glaciar Vatnajökull con 8.400 km2 es mayor que todos los glaciares de Europa juntos, llega a tener hasta 1.000m de espesor y es el centro de una gran actividad geotérmica, con volcanes cubiertos de hielo.
¿Cómo se puede valorar esto?… mirándolo atentamente, se me ocurre pensar en el Salto Angel, la caída de agua más alta del mundo de 979m y trato de imaginar aquella impresionante altura… en hielo!!! Buff!!! Increíble. ¿Cómo serán los cristales de hielo más profundos?… me gustaría verlos, navegar a través de ellos en una corriente fría, transparente y límpida…
Contemplando esa inmensa extensión blanca, me doy cuenta de que cuando no hay miles de estímulos alterando el momento, todo se apacigua y se convierte en un acogedor silencio que propicia la introspección.
Hielo, nieve… blanco, azul… uniformidad sin fin.
Desaparece el horizonte… cielo y hielo se funden, lejos, muy lejos…
Nada, nadie… sólo yo, conmigo…
Ese manto blanco, podría ser como la gran pantalla de nuestra existencia. En la vida diaria, nuestra mente crea realidades constantemente a través de obligaciones, necesidades, deseos, compromisos… estamos abocados a un “vivir” desenfrenado sin pausas ni sosiego… unas secuencias que proyectamos sobre esa pantalla blanca… cada uno crea su propia película de vida.
Si fuéramos capaces de tener un minuto para “darnos cuenta” de la pantalla en blanco, no sentiríamos vacilación alguna ni inquietud. Confiar y desprenderse de los apegos a las formas; desprendernos de relaciones, ideas, objetos, emociones, ofensas y cargas… encontrar la base sobre la que descansa la esencia.
Este mar de hielo, me invita al sosiego… fuera, sólo blanco silencio, dentro… profunda paz interior que nada puede alterar y me acerca a la verdadera esencia de todas las cosas. Siento la seguridad de que puedo perderlo absolutamente todo, pero nadie podrá quitarme jamás lo que se halla en mi interior.
Puede que el hielo, la nieve, ese frío intenso, el fuerte viento en el rostro, provoquen una sensación de malestar, de infinita soledad y de vacuidad, pero para mi, es el reflejo de algo grande, profundo, verdadero y hermoso…
Es entonces cuando acaba la noche.
Hielo, frío… ártico, antártico… recuerdo ahora el poema de Neruda, Piedras Antárticas:
Allí termina todo y no termina: allí comienza todo: se despiden los ríos en el hielo, el aire se ha casado con la nieve, no hay calles ni caballos y el único edificio lo construyó la piedra. Nadie habita el castillo ni las almas perdidas que frío y viento frío amedrentaron: es sola allí la soledad del mundo, y por eso la piedra se hizo música, elevó sus delgadas estaturas, se levantó para gritar o cantar, pero se quedó muda. Sólo el viento, el látigo del Polo Sur que silba, sólo el vacío blanco y un sonido de pájaro de lluvia
sobre el castillo de la soledad.
(Glaciar Vatnajökull. Islandia. Agosto 2007)
TIERRA, AGUA, FUEGO, HIELO…
Tierra, agua, fuego, hielo… me doy cuenta que depositando mi mirada sobre ese mundo, recorriéndolo con mis pasos, respirándolo, tocándolo… su sonido resuena en mi corazón y me permite observar la vida más allá del círculo que encierra mi cuerpo.
Como una gota de tiempo, veo
la tierra, la luz…
el agua, la esperanza…
el fuego, la fuerza…
el hielo, la soledad…
El cielo mantiene su vacuidad infinita para que la tierra, con sueños, construya en él su paraíso
Puedo ver las posibilidades ocultas del mundo y a través de él, juntar todos los silencios para permitirme amar con apremio, lo que desaparecerá en un instante.
Deseo estar en armonía con el sonido callado de la existencia…
Deseo despertar cada mañana y preguntarme de que color es el viento…
Me acerco a un impresionante cañón por un sendero forrado de un verde intenso, la lluvia fina y extremadamente fría me deja apenas respirar… las piedras negras y brillantes por la lluvia, son de una belleza impactante. El río, en caída libre más de cuarenta metros, forma una cortina de vapor de agua que, por acción del fuerte viento, parece que ascienda en lugar de caer… siento la fuerza de la Naturaleza en todo su esplendor.
A pesar de la lluvia persistente y del fuerte viento, me siento en una hermosa roca al borde de la catarata… respiro profundamente y dejo penetrar el aire frío en mis pulmones… una, dos, tres veces y sin darme cuenta la respiración se hace cada vez más lenta, tanto, que mi corazón se une al ritmo de las pulsiones del sonido límpido que se puede escuchar en la soledad de mi atalaya… no siento el frío ni la lluvia… el viento me atraviesa llevándose uno a uno mis pensamientos, hasta que no queda nada; sólo silencio, quietud… y es entonces cuando puedo percibir que es la belleza la que me aproxima a mi interior, a la profundidad del Ser…
No existe ahora el tiempo ni el espacio… el silencio, la soledad expectante… la penumbra, todos los sentimientos de la existencia se diluyen en una bruma intensa. Siento la Naturaleza en mi, formo parte de ella; soy agua, soy roca… soy viento, soy sonido… soy nada…
Una pausa que condensa todos los silencios…
El tiempo se vacía de golpe…
Y, entonces, una mano amiga me devuelve a la percepción de las horas, y debo despedirme de Dettifoss…
Me doy cuenta que la vida está hecha de pedazos… y que es la belleza la que ilumina el corazón de los hombres…
(Dettifoss. Parque Nacional de Jökulsárgljúfur. Islandia. Agosto 2007)
Al norte de Reykjahlíô, se encuentra el volcán Krafla… me encantan los volcanes!!! y no podía pasar por ahí sin verlo “de cerca”. El día es tremendamente desapacible, pero con el ánimo encendido, decido ascender hasta el borde del cráter.
Un viento helado azota mi cara y hace que la temperatura de 2 grados parezca de -2º!!. Las pocas personas que se aventuran en la zona, pronto desisten y abandonan la ascensión, pero mi curiosidad puede más que la incomodidad y sigo adelante, siempre hacia arriba a pesar de todo… quiero ver que es lo que hay más allá de la línea en que el horizonte marca el borde del cráter… consigo coronar la cima y la visión es preciosa!!, un lago azul llena por completo el cráter… sensación de serenidad, que contrasta con la certeza de que tan sólo hace doce años este volcán estalló en una gigantesca erupción y que bajo unos pocos metros la actividad volcánica continua… está activo, vivo en su esencia…
La caldera del Krafla ha formado el Viti, un cráter hidromagmático espectacular… bordeándolo con cuidado, pues el viento sigue con gran intensidad, llego a un estrecho sendero de un metro de ancho que separa el cráter de otra “boca” del volcán… da un poco de miedo aventurase por ese “pasillo”, pero decido que no tengo vértigo y avanzo despacio, despacio… al otro lado, me siento en una roca a respirar un poco… la emoción es fuerte y hay que estabilizarse antes de continuar… desde ahí se puede observar la boca humeante del Krafla; numerosas columnas de gases ascienden en remolinos… entre la lluvia fina, la bruma y los gases parece que estoy en un mundo fantasmagórico e irreal… pero me encanta!!!!!.
Después de un rato, desciendo contenta y mojada… ahora deseo llegar hasta la enorme colada de Leirhnjúkur procedente del interior del Krafla y que mediante un sistema de fisuras interiores ha llegado hasta ahí, a varios kilómetros de la boca principal.
Debo andar más de cuatro kilómetros… persiste la fina lluvia, el viento, el cielo gris y el frío… pero no importa… sigo adelante por un sendero que se ha convertido en un barrizal a causa de la lluvia pertinaz. A ambos lados, aparecen unas formaciones alomadas provistas de vegetación; parecen grandes balones forrados de césped… es curioso!!!
En mi impaciencia por llegar, he perdido a mis amigos… en todo lo que abarca la vista… no hay nadie… bueno, no importa… ahora se divisa un gran campo de lava; un paisaje estremecedor… el negro de la lava fría brillante por la lluvia, el cielo, con toda la gama cromática de grises, la bruma y la lluvia… ¿desolación?, ¿inquietud?, ¿tristeza?, ¿soledad? ¿Qué emociones me embargan? Quizás una mezcla de todas ellas…
Me instalo en una roca muy cerca de una grieta impresionante por la que emanan gases constantemente… no puedo resistir la tentación de tocar con mis manos el borde… está tibio, por lo menos en contraste con el ambiente gélido que me rodea… sopla un fortísimo viento que lo envuelve todo.
Cierro los ojos y mantengo las manos en la piedra… deseo sentir la energía, la fuerza a través de mi… se que a pocos metros, el fuego está encendido y desea liberar su poder interior.
De pronto cesa el viento por completo, y puedo oír un sonido grave y armónico que asciende por la grieta humeante… es como el sonido de un gong gigante y lejano. Siento que me habla de la fuerza interior, de que no debo temer lo que hay en lo más profundo… fuerza, energía, pasión… todo lo que Es, existe para manifestarse; todo depende de cómo lo utilicemos…
No se cuanto rato permanezco así, pero tal como cesó, el viento vuelve a soplar y con más intensidad si cabe. Me doy cuenta que tengo las manos heladas, la cara empapada y el corazón sosegado…
Apenas me puedo poner los guantes, me incorporo e inicio el regreso por esos grandes espacios sin sombra. Ahora los sentimientos aparecen en esta atmósfera pura y gélida. ¿debemos ignorar las corrientes subterráneas, tumultuosas, profundas y oscuras de la vida?.
En esta región de fuego y corazones desnudos, deseo conservar estos breves instantes en que se reserva la vida para soñar, para soñar sueños sublimes que plasman los más profundos y secretos anhelos.
Tierra, tierra… esa tierra sola. Como un gran medallón colgado del círculo polar ártico, entre Groenlandia y Europa, se encuentra esta tierra sorprendente: Islandia… Geológicamente joven… suspendida sobre la gran “dorsal centroatlántica” entre brumas de irrealidades, sientes la inmaterial certeza de no querer quebrar la belleza de un sueño.
En este paraje de fenómenos asombrosos, creo que las nubes están mucho más cerca del suelo que en cualquier otra parte del mundo; parece que el cielo quiera arropar a esta tierra única en un abrazo eterno.
Siento una inmensa melancolía, parecida a la de la humanidad entera, que suspirara por lo inalcanzable… flujo silencioso de aire.
Cañones esculpidos por glaciares, enormes campos de lava… cuevas tenebrosas donde se esconde la giganta Grýla, los elfos y trolls que habitan estas misteriosas tierras…
Formaciones basálticas increíblemente bellas… diseños poligonales, torres hexagonales de más de 20 metros, paredes tubulares que festonean un playa negra como el carbón… siento que el hombre en toda su vanidad grandilocuente, jamás podrá igualar la esplendorosa ejecución de la Naturaleza.
Suaves colinas amarillas de riolita contrastan con las potentes formaciones de lava fría, negras y brillantes… cerca, extensas ondulaciones de color verde intenso besan el mar; tan sereno, que parece un espejo reflejando un cielo ingrávido por donde se desliza la vida en una atmósfera pura y gélida…
Cientos de cráteres; cráteres suaves y negros… cráteres humeantes blancos y naranjas… cráteres profundos y pardos… cráteres con hermosos lagos esmeralda en el fondo. Parece que la tierra este horadada en miles de poros por los cuales respira… tierra, tierra hermosa y viva tierra…
Numerosos geysers (nombre genérico que han adoptado todos los “chorros” de vapor de agua del mundo, a partir del original Geysir que se encuentra en el Parque Nacional de Pingvellir) lanzan una columna de vapor a 30 metros de altura, como si tuvieran un temporizador que controlase la explosión… ¡¡espectacular!!
Glaciares inmensos que avanzan imperceptiblemente y que ocupan 11.800 km² del territorio, dando lugar, en ocasiones, a innumerables foss (cataratas. ¡¡¡Me encanta ese nombre!!!), hay cientos por toda esta tierra: Gullfoss, Skógafoss, Seljalandsfoss, Svartifoss, Dettifoss, Godafoss y tantas otras. Cada una, en su forma y tamaño, única y espectacular… agua fresca y noble que baña todos los rincones de esta tierra haciéndola revivir una y otra vez.
Siento que debo abandonar el mundo de los sentidos para llegar a las regiones de los sentimientos…
Inmensa ternura, profunda como el océano, serena y eterna como la paz infinita del espacio por encima de las breves tempestades de la Tierra… de esta tierra.
En el corazón de África encuentras el silencio interior en medio de una naturaleza inalterada donde los ciclos vitales se suceden desde siglos inmemorables.
Silencio interior que te enfrenta a sentimientos y emociones. Sientes la “belleza”, la grandeza sientes la bondad en el corazón de los que te acompañan, compartes vivencias únicas que quedarán en el recuerdo de una experiencia que deja huella y en un rincón de la memoria siempre estará la imagen y el sonido que hizo vibrar nuestro corazón. Sigue leyendo
Llega un día, en que la cotidianidad, la rutina y las “obligaciones” impuestas se convierten en una losa tremendamente pesada en mi alma y siento la necesidad de partir…
El camino es la fuente, la riqueza, el deseo de estar “allí”, ver todo “aquello”, vivirlo… Sigue leyendo
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) una apuesta de todos. Retos universales para garantizar un planeta más sostenible, diverso y justo. Conoce cómo en Tarannà aplicamos los ODS.
Comparte esta página:
Síguenos: